La segunda ciudad más grande del Condado de Orange se convirtió en un nuevo santuario para los inmigrantes
La ciudad de Santa Ana tiene una abrumadora población de inmigrantes latinos, muchos de ellos indocumentados, que han hecho de este un lugar para vivir, trabajar y echar raíces; pero a pesar de este hecho contundente, el ayuntamiento se negó por años a declararse una ciudad santuario para proteger a estos residentes.
Todo cambió con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Días antes de su investidura, los miembros del ayuntamiento de Santa Ana votaron a favor para que la ciudad se convirtiera oficialmente en una ciudad santuario, uniéndose así a más de 30 localidades en California que ya cuentan con ese estatus.
De esta forma, la ciudad prohibirá el uso de recursos para la aplicación de medidas de inmigración que afecten a la población indocumentada. Por ejemplo, anteriormente solo se solicitaba discreción para dar información sobre personas detenidas al Departamento de Inmigración, de parte de las fuerzas del orden público; ahora sería contra la ley hacerlo.
Santa Ana se tiene que preparar para hacerle frente a esta medida, puesto que en los planes de Trump está el de cancelar todos los fondos federales para las llamadas ciudades santuario. Según una nota del OC Register, el año pasado Santa Ana recibió 123 millones de dólares de parte del gobierno. Las personas que luchan a favor de los derechos de los inmigrantes dicen que esto no los va a intimidar y que se sienten orgullosos por el paso que ha dado la ciudad para proteger a uno de los sectores más vulnerables, de los ataques de las políticas adoptadas por la nueva administración de Trump.